Historia de la Medicina
Florence Nightingale
(Por fin, una mujer en la lista)
Época: 1820 – 1910
Quizás la enfermera más famosa de todos los tiempos. Inspirada por lo que ella pensó que era una “llamada divina”, Nightingale decidió dedicarse a la enfermería. Esta decisión también implicó luchar contra los roles establecidos como mujer que le habían sido asignados. Estaba prometida y su “destino” era ser una mujer fiel y obediente. (Una de las razones, de ésta y otras muchas épocas por la cual no aparecen más mujeres en esta lista) En contra de su familia, y especialmente de su madre, anunció su decisión en 1845 y rechazó al prometido que le habían asignado.
Florence Nightingale trabajó en un hospital militar durante la Guerra de Crimea. Las condiciones eran pésimas y el 80% de los soldados morían por infecciones que cogían en el hospital y no de las heridas originales. Florence Nightingale mejoró la calidad de la higiene y los servicios sanitarios con lo que se redujo de forma asombrosa las infecciones en su hospital (la mortalidad descendió de un 40% al 2%). Cuando volvió de la guerra, Florence Nightingale se embarcó en una campaña para modernizar y mejorar los hospitales. Promovió la profesión de la enfermería como la conocemos hoy y fundó una escuela. El diseño hospitalario y la práctica de la enfermería que defendía aún pueden verse en la actualidad.
El desarrollo de acciones y estrategias de Mejora de la Seguridad en la asistencia sanitaria es actualmente, uno de los objetivos prioritarios en la mayoría de los Sistemas de Salud avanzados.
Cada actividad del proceso del cuidado de los pacientes contiene un cierto grado de riesgo inherente; los efectos secundarios de la práctica médica, las reacciones adversas y la variabilidad biológica del ser humano conducen a aceptar que sea inevitable la generación de efectos adversos, al menos en un grado mínimo.
Desde los inicios de la medicina se hacía referencia a la posibilidad del error en la práctica médica. El código Hammurabi (1692 a de C) ya incorporaba leyes relativas a los perjuicios que podía generar un médico en el desarrollo de su actividad, el Juramento Hipocrático con el principio de “primum non nocere” y un importante número de personajes de la historia de las disciplinas de la salud, han aportado experiencias y conocimiento que han favorecido la corrección de muchos de los efectos menos deseados en la asistencia médica. Así fueron apareciendo conceptos como la prevención, profilaxis, iatrogenia, infección nosocomial y un sinfín, relacionadas con la calidad y la seguridad asistencial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en la 55 Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra en el 2002, aprobó la resolución WHA55 en la que se insta a los estados miembros a prestar «la mayor atención posible al problema de la seguridad del paciente» y a establecer y consolidar «sistemas de base científica, necesarios para mejorar la seguridad del paciente y la calidad de la atención de la salud, en particular la vigilancia de los medicamentos, el equipo médico y la tecnología». (1)
A la iniciativa de la OMS han seguido en el 2005 las de la Comisión Europea y del Consejo de Europa. El 5 de abril del 2005, la Comisión Europea consensúa la declaración «Patient security: making it happen», en la que dan recomendaciones específicas a las instituciones europeas.
En el desarrollo de la seguridad clínica, hay prácticas de prevención y control que están muy establecidas. Un gran número de prácticas de profilaxis están asociadas a los procedimientos que pueden afectar más a la integridad física del paciente, especialmente la cirugía. Hay también otro tipo de protocolos de prevención vinculados a procesos menos invasivos como cateterizaciones, procedimientos endoscópicos y una amplia variedad de actuaciones que van desde el diagnóstico hasta el tratamiento, sea este farmacológico o de otro tipo.
La cuantificación y el análisis de incidentes adversos con distintos sistemas de registro, los checklist de control en los procesos asistenciales más frecuentes, el análisis de la variabilidad clínica, la involucración del propio paciente en el control y aseguramiento de su asistencia, distintos métodos de prevención e identificación, son algunas de las líneas de acción que actualmente se vienen utilizando en su implementación.
Haciendo una valoración de los tipos de errores que se han generado en la historia, se puede concluir que como consecuencia de estas prácticas, hay errores o eventos adversos que actualmente han desaparecido o se han reducido de forma sustancial. La tecnología, sin duda, ha desempeñado un lugar importante en la seguridad clínica. Las innovaciones generadas en los últimos años han aportado por una parte mayor seguridad en el proceso. Sistemas de localización más precisa apoyadas en las técnicas de imagen, terapias más selectivas y localizadas, protocolos consensuados y de alta evidencia, farmacoterapia individualizada, desarrollo de la medicina genómica o cirugía robótica de alta precisión, son algunos de los ejemplos que han minimizado complicaciones y efectos adversos.
Sin embargo, esta tecnificación y especialización también ha aportado una mayor complejidad en la organización. Se han modificado las formas de relación entre los profesionales que requieren de nuevas habilidades y sistemas de comunicación. En el área de comunicación y de gestión de la información se están viviendo una época de avances continuos, historia clínica integrada, sistemas expertos, bases de datos descentralizadas, sistemas de reconocimiento óptico y de voz, sistemas de entrenamiento virtual, todo ello en un entorno de desarrollo de las comunicaciones en la esfera mundial y de posibilidades de acceso a información cuasi-infinitas.
Actualmente somos testigos de algunos de los problemas generados por la tecnología. A nivel sanitario, la aplicación de los avances tecnológicos, en la mayoría de casos, no ha estado adecuadamente balanceada con la adaptación de los protocolos de funcionamiento (sistemas de control y/o comunicación) y, en muchas ocasiones, los fallos de integración de los distintos recursos tecnológicos han generado descoordinaciones que en ocasiones han sido generadores de nuevas modalidades de incidentes adversos. De hecho los fallos de comunicación entre los profesionales son una de las causas principales de los eventos centinela y los fallos en la comunicación favorecen que ocurran eventos adversos y una mayor frecuencia de reclamaciones y litigios (2). Por otra parte la información disponible en la red, tiene también sus consecuencias negativas en la población, en cuanto a la calidad de la misma y de los posibles errores de interpretación que puede conllevar, especialmente en el caso de personas con poco conocimiento en la materia, en este caso la sanitaria.
Para aprovechar los beneficios de la innovación tecnológica, en la práctica sanitaria será obligado considerar como aspecto fundamental la necesaria integrabilidad con los sistemas disponibles. Además, en el futuro destacarán aquellas organizaciones que en su estrategia actual de comunicación e información, hayan establecido objetivos y acciones de aseguramiento de la calidad de la información y de consenso clínico, soportadas en técnicas basadas en la evidencia, tanto hacia sus profesionales como hacia su población de referencia.